YO, EL ESCRITOR

De esta manera, puedes resaltar la información o anuncios importantes del texto.Intento día tras día  cultivar una forma de escritura que se balancea entre el relato y el reportaje periodístico acompañándolo con una corriente literaria tremendista. Narrándolo todo al vivo y sin pretender ser irreverente, ni tampoco excesivamente descarado, al lector exigente que no le valen las medias verdades ni tampoco las vanidades. El entorno, que es el medio en que vive la criatura socializada, que actualmente deambula por la senda áspera y tosca de esta estructura social actual, sobreviviendo a la apatía de estos momentos de tiempos convulsos y confundidores, donde la información corre deprisa como la liebre astuta.

Historia del proyecto de esta novela.

Presentación

    Soy Sergio Farras, escritor tremendista y articulista colaborador en LaVanguardia.com. Me place entregarles mi manuscrito en formato novela –para su cómoda lectura- original e inédito sobre una historia que transcurre en el Barrio Chino de Barcelona en el año 1978: “Los hijos de la transición” (Una historia del Barrio Chino) La cual podría ser de notable interés para el lector, por ser éste, un tema de una narración ambientada en el costumbrismo literario y una historia de la vida transcurrida en un barrio marginal como fue aquél Barrio Chino barcelonés de entonces. Pues creo, que estos temas e historias suelen tocar las fibras y las sensibilidades. Todo ello escrito bajo una corriente tremendista y provocadora, desde la visión tibia de un niño de 13 años que allí vivió.

 

Argumento:

    Los hijos de la Transición, cuenta la historia bajo la visión dura e inocente de un niño de 13 años nacido en el Barrio Chino de Barcelona para quien su infancia es una búsqueda de sí mismo, de un niño nacido y criado en ese barrio barcelonés. Ambientada en el año 1978, tiempos de transiciones y de cambios políticos y sociales, en una España que caminaba hacia la democracia y hacia la libertad. Donde se va narrando al paso vivido de “un niño de la calle” que va relatando sus vivencias personales, sus miedos y sus alegrías;  contando al paso vivido y recordado de los problemas que allí se vivían, que no eran imaginarios en aquél entorno de drogas, delincuencia y prostitución callejera en aquél Barrio Chino de finales de los años setenta.

    La tremenda paradoja está también en una historia entrelazada y sobrepuesta sobre un caso de pederastia. Y de una venganza: la de Eusebio Candelas, que va combinando a través de sus traumáticos recuerdos y búsqueda de la intensidad de su verdadero ser, expresando su odio y frustración por haber dado muerte al criminal que abusó de su hijo.

    Con un final sorprendente y que no deja indiferente a nadie Los Hijos de laTransición, lleva al lector a vivir y a introducirse en una inmersión socio cultural en aquellos años de difícil subsistencia para aquellos chavales casi dados por excluidos sociales y potenciales delincuentes. De unos padres de limitada cultura, de aquellas tabernas como lugares de encuentro diario para satisfacer unas vidas instintivas más que eruditas,  de falta de recursos en un entorno conflictivo pero divertido, burlesco y cruel a veces. Que convertían todo aquello en un mosaico de conflictos permanentes y de conflictos casi a diario. De aquel Barrio Chino de los setenta, ni justo ni ecuánime, y mucho menos bondadoso en el marco de cambios en la transición española.

 

Como escritor

    Siempre estoy implicado en temas comprometidos y de calado social. Capaz de arrancar la fuente que emana superficial y de rechazo a veces de las endogamias y de las falsas verdades que al lector no acaban de convencerle. También estoy muy interesado en el panorama político actual y de otros más pasados, para su reflexión tanto humana como de índole político y de compromiso social. Donde el débil, por norma y cruel destino, suele llevar las de perder en esta excesivamente competitiva sociedad contemporánea del siglo XXI.

 

¿Quién soy?  

    Un escritor comprometido con los temas sociales siguiendo noble la senda de la corriente literaria tremendista. Aprendiendo y escribiendo cada día con la bandera de la humildad y al qué la brega del trabajo no le asusta.

     ¿Por qué escribo?

    Por la virtud de la vocación de expresarme, de la voluntad del amor a las letras y de inspírame en otros que sabían más que yo. Por el defecto de carencia de la codicia que me separan de los que solo persiguen el oro. Esa pasión enorme que con treinta años de oficio me ha hecho madurar como escritor y como persona. Pues el simple paso del tiempo ha hecho mella en mi persona andando por los frondosos y saneados caminos de la literatura.

Y como decía C.J. Cela: "Con frecuencia pude hacer más veces lo que quise que lo que me dejaban hacer; todo es cuestión de aferrarse a una idea o a un sentimiento y no cejar ni un solo instante en el firme propósito de no abrir la mano jamás".

     Creo que la literatura es el medio de expresión más humana y de pura belleza en el arte de la palabra escrita, impregnada siempre con el compromiso de llegar al lector y lectora para su disfrute y entretenimiento. Usándola como una herramienta para trasladar emociones y sentimientos de una manera humilde, pero con un constante trabajo diario para el continuum de mi carrera como escritor. Intento evolucionar y mejorar día tras día, mejorando los tiempos, las historias que contar y los desenlaces ocurrentes trabajándolo todo en una muda elocuencia.

   Este manuscrito que a sus manos ha venido, donde me paro a contemplar bajo los biselados rasgos tremendistas de mi pluma, para ver los pasos por donde anduve a mis 13 años en el Barrio Chino de Barcelona en el año 1978 para su valoración y su posible publicación. No pretende ser la clásica novela histórica ni antropológica, sino que esta narración que llega sus manos lleva una historia literaria con personajes algunos reales, otros ficticios y otros de protagonistas de aquellos años de transiciones y cambios confundidores.

Comparación objetiva con la novela de Javier Cercas: Las leyes de la frontera

  • Me he atrevido conscientemente a hacer un símil parecido y de semejanzas maravillosas con la obra de Javier Cercas. A contar una historia parecida pero desde dentro, no desde fuera como el maestro hiciera. No en Gerona, sino en Barcelona. En el mismo año: 1978, donde yo tenía 13 años y vivía en el Barrio Chino de Barcelona.

Propuesta de ventas y proyecto vital

    Mi sana y noble intención es la de rescatar y recuperar la novela popular y costumbrista. Aquel tipo de historia y narración de tintes populares donde todos nos podemos ver reflejados en un momento de nuestras infancias y adolescencias. En esta novela, los múltiples y variados personajes que aparecen del Barrio Chino barcones de aquella época, interactúan y se super posicionan entre ellos, se muestran abiertos, irónicos y tiernos algunas veces. Otras más de crueles situaciones y experiencias pero donde se van dilatando y analizando desde una vasta crítica social de la época al que desea descubrir algo diferente. Todo ello – como he dicho- desde la perspectiva de un niño de 13 años, que busca respuestas más fruto de la desidia vivida que le tocó vivir que de su propia voluntad adquirida. Todo ello enfocado para un amplio abanico de lectores potenciales, muy amplio y de segmentación de varias edades y condiciones, independientemente de su status y posición social. Haciendo de Los Hijos de la Transición (Una historia del Barrio Chino) una obra medida y original. Dándole fuerza y vida propia para llegar al alma del lector y lectora, para darle ese enganche de misterio y desenlace imprevisto hasta el final. Para que perciba aquellos tiempos vividos por los que por allí estuvimos viéndolo todo con los ojos, como si todo fuese en un diáfano ventanal que mira hacia años lejanos.

  • Por considerar que es un texto de lectura amena y divertida. Donde el lector y lectora podrán leerla de un solo tirón e introducirse en la fisonomía del paisaje de aquellos barrios de marginación de finales de los años setenta. Pues la miseria suele conjugarse al interés del morbo y de la dolencia ajena. Y el querer saber y empalizar con el dolor del semejante es siempre algo muy rentable para la curiosidad de ambas partes.
  • Mi sana y noble intención ha sido cimentar una analogía tipo: “Cuéntame” la serie de TV que tantas audiencias ha conseguido. Y mostrar los cambios experimentados en el país desde la época posterior al franquismo hasta llegar al camino de unos cambios democráticos camino hacia la Transición Española. Los hijos de la transición” es una miscelánea de curiosidades y singularidades, de agudezas y experiencias tanto cultas como populares, que va contando la vida de personajes mezclados donde van divagando sus experiencias y costumbres en aquel Barrio Chino de 1978. Analizando las vivencias de sus gentes desde una retrospectiva en los límites de sus vidas. Algunas de ellas sin transcendencia alguna, pero que tuvieron que cohabitar entre la marginalidad y el sobrevivir día tras día en una Barcelona que comenzaba a cambiar y que no había otra opción que vivirla en primera persona.

 

  • Las historias marginales por su infausta naturaleza, siempre suelen crear esa morbosidad innata que despierta tantas penas como pasiones. Esta novela está escrita para poder conjugar el interés del lector transportándolo a esa época de conflicto y delincuencia de esas historias del Barrio Chino barcelonés que con más piedad deberían haber sido escuchadas, con sus problemas y sus conflictos, de sus motes imposibles, de la cultura popular y tradicional, del delito que se abrazaba a ese barrio. De historias tan reales como de leyendas y falsos mitos tan lejos de otros barrios más de sanas convivencias. La novela pretende presentar un ambiente lo más parecido a aquella realidad, como queriendo detener el reloj en aquél año 1978 de transiciones y cambios sociales en cuya memoria servidor le suenan todavía en la compleja mente de los recuerdos. De una infancia propia, trabajada y vivida a la supervivencia más que necesaria y de forzosa adaptación de aquel barrio lleno de contrastes y de experiencias; a veces traumáticas, a veces de ricas sensibilidades virtuosas vividas al punto del momento cómplice y divertido.
  • Las gentes de mi generación y otros de edades más discretas, pueden estar interesados en descubrir a través de la sutil lectura una época de difíciles convivencias en aquellos tiempos convulsos. Es mercado al cual puede ir dirigido esta novela de tintes de tragicomedia y verdades vividas en primera persona mía, con tintes de verdad y otros de ficción pero sin abandonar la senda de la narrativa costumbrista, enfocándolo como el recuerdo vivo, como un revival que hace mirar la vista atrás. Pues el recuerdo a veces es la raíz del árbol de la vida, que llena y compensa los momentos pasados para poder entender las experiencias vividas de unas gentes de barrio, de una sabiduría popular que existió de verdad y que hizo historia por sí misma. Donde deseo que el lector y lectora agradezcan la sinceridad y el relato entretenido. ¡La nostalgia vende!
  • La confianza de todas aquellas personas que siguen mi trayectoria en mis artículos y escritos por las redes sociales y colaboraciones varias en medios de prensa. Pudiendo ellos mismos promocionarme indirectamente para alcanzar un ritmo de ventas más que aceptable.

 

EL TREMENDISMO EN EL SIGLO XXI VISTO POR SERGIO FARRAS

Intento día tras día  cultivar una forma de escritura que se balancea entre el relato y el reportaje periodístico. Narrando al vivo, y sin pretender ser irreverente ni tampoco excesivamente descarado, al lector exigente que no le valen las medias verdades ni tampoco las vanidades. El entorno, que es el medio en que vive la criatura socializada que deambula por esta senda canalla de la estructura social actual, sobrevive a la apatía de estos momentos de tiempos convulsos y confundidores. El ciudadano es un ser social, quizás incomprendido y, hasta a veces, ignorado por unos gobernantes poco agudos que no están por el tema y que van haciendo nido para la duda. De un marco y escenario político  económico que ha cambiado irreverentemente en este principio del siglo XXI, que comenzó agitado y revuelto dando sustos y alterando al personal.  El tremendismo  es  un modo de ver el mundo visto por la mirada del que trasiega y se aboca en el compromiso y a la crítica social; a veces trágica y miserable, otras de voluntariosa caridad y de altruismo filantrópico. Carcomida la voluntad de las implicadas gentes marginales que a veces se muestran injustamente olvidadas. De una vida que empuja y que aprieta a los bolsillos que un día fueron excesivamente hedonistas. Y que ahora, parece que no se adaptan al estrecho y arduo destino del progreso poco misericordioso y poco compasivo. De ajustes y cambios excesivamente rápidos y veloces que no se alcanzan a digerir por la velocidad con la que transitan por la vertiginosa evolución del progreso un tanto umbroso de este nuevo siglo. 

El tremendismo viene dotado de una crítica documentada, -donde las reflexiones intentan brillar como soles-  casi empírica y probada, destacando las injusticias que siempre suelen afectar a las mismas criaturas. De esa parte del pueblo llano que cae en desdicha y que hasta puede llegar a cometer el error de presumir de ello. El tremendismo no es vulgar; es popular, y combinado con pinceladas poéticas hasta puede acercarse a la virtud de la sinuosa compasión.  Y sin ser excesivamente recargado ni insolente, se basa en realidades, sin modificar y sin descafeinar la dura realidad con un toque “kafkiano”, para intentar desdibujar la hipocresía y las pamplinas con las que nos intentan marear desde las altas instancias, mucho más majestuosas y poderosas que la pluma ligera y sutil del humilde escritor.  

Una descripción crítica del entorno social es imprescindible para descubrir las leyes que rigen la conducta humana. A veces, con crudeza en el tratamiento –eso es verdad- y como fórmula del que aplica la tesis juiciosa de la exageración en una realidad empírica, pero sin perder las formas del articulista ácrata y rebelde que defiende el tremendismo,  corriente estética y  genero que no se debe de perder por ser espejo cóncavo de las miserias y de los destinos humanos, de esta actualidad  que se nutre de las crisis y desmanes económicos que desorientan al ciudadano trémulo que no sabe a veces adonde va. El tremendista en su camino de escribir, por creerse aludido de lo que le es: un pragmático cachondo, que lucha para no acabar siendo figura de cera ni espantapájaros estático. El tremendista se muestra auténtico responsable de su destino, a veces sucio y vicioso, a veces limpio como el alma de una virgen inocente y pura de ortodoxa castidad. La crudeza es liviana y tenue, sin blancos ni negros, sino pigmentada acromaticamente de matices grises y sombríos de esta época desvariada y aturdidora en que las cosas no están lo que se dice, finas. Y la exageración de la realidad, vista desde el tremendismo, no quita verdad ni añade embuste, donde no es carente la sustantividad de la actualidad, sino la forma de verla  desde un prisma poliédrico  que puede cambiar de color según el plano desde donde se contemple. Y llevado a su extremo, es herramienta como un arma insolente y descarada en manos del escritor y articulista honrado y comprometido, que no va buscando bronca, sino que desea despertar las conciencias para defender posturas y llamar la atención como lo harían: “la prostituta coja que lee versos de Neruda, o el desempleado que agoniza en oscuras tabernas al lado de la turbia oficina de empleo esperando a que se le dé audiencia”.

El tremendismo ha sido juzgado y criticado por algunos eruditos. Y hasta condenado por académicos, de esos, que van hiriendo almas que sufren por verse publicados algún día. Se le llegó a llamar literatura de puchero, de mantel a cuadros y con esencia de pincho de tortilla, de aquellos virtuosos escritores que decían que se aprovechaban de personajes de marginación y miserias de la España negra y más carpetovetónica. A veces, escribiendo y cavilando sus ideas sonoras en antiguas tabernas de mesas de mármol, recordando a los maestros, que en tiempos de postguerra fueron considerados crueles y sátiros. Pero también no menos que genios y figuras, ingeniosos virtuosos y comediantes tremendistas.

Cada cual se labra su propio destino y se cava su propia fosa en esto de las letras y las opiniones críticas e irónicas, para acabar corriendo el riesgo del desprecio o de la admiración.Pero sintiéndose como  el verdadero articulista comprometido,  que no se evade de la realidad, ni aturde con tretas y engaños el juicio del propio lector, que es, al fin y al cabo, al que interesa informar y comunicar y al que se intenta contentar de la manera más ampliamente verdadera y fiel, sin la puñalada trapera de la mentira ni la demagogia más populista que sirvan para acallar las conciencias del pueblo sufridor y normalmente aprensivo. El tremendismo es una crítica social, sin duda, pero también es un  realismo naturalista, que se nutre de experiencias vividas y contadas. Porque de la tradición y al quimérico idealista no le haga excesivo dolor. Pues de lo que se nos muestra a veces entre falacias y embustes a esta nueva visión perenne del mundo, va una grande diferencia. Con esto de la crisis y los dramas contemporáneos que estamos viviendo, que parece una especie de regresión de pasados no tan lejanos ni olvidados en la medida del tiempo infecundo que ya pasó. Pero día tras día, el escritor tremendista lucha en el continuo batallar del articulista crítico y mordaz, para dar el toque postrero del criticado o puesto en duda,  que le puede llevar a huir de la angustia por el camino de la sátira y denuncia social que tanto le asusta.  ¿Volveremos a una España negra y rancia donde se puede repetir todo lo antes vivido como un alocado dejavu?

Pero el que esto cuenta, en su virtud de la humildad y la suavidad con que le nutre la pluma diariamente sobre el papel inocuo y ácrata, camina por estas alamedas ajardinadas de las letras con su máxima expresión. Para poder decir algún día, con  propiedad y goce del atributo, aquello que decía el maestro de las letras costumbristas, que a veces enmudecía con su talento y perspicacia de juicio a amigos y deudos:

"Con frecuencia pude hacer más veces lo que quise que lo que me dejaban hacer; todo es cuestión de aferrarse a una idea o a un sentimiento y no cejar ni un solo instante en el firme propósito de no abrir la mano jamás" (C.J. Cela)

Sergio Farras, escritor tremendista. 

 

 

WEBS PARA CONSULTA DE MI PERSONA

Colaborativas:

La Vanguardia.com (Barcelona)

Diario financiero. (Madrid)

La carta de la Bolsa (Madrid)

Centro Social Coia, Galicia. Guía de Viajes

 

COLABORACIONES EN PRENSA Y NOVELAS PUBLICADAS

Colaborador semanal en LaVanguardia.com con tribuna digital propia

https://blogs-lectores.lavanguardia.com/el-tremendismo-de-la-vida

 

NOVELAS PUBLICADAS:

A propósito de la vida (2007)

Ciudadano por un día (2009)

GUÍA DE VIAJES ON LINE:

El Viajero que sí estuvo allí (2011)

Colaborador excepcional en el periódico El Mundo

https://www.elmundo.es/elmundo/2009/10/22/ciudadanobarcelona/1256229187.html

Director y creador de “El Tremendista.com” (durante el año 2013)

www.eltremendista.com

Creador de la figura de: El paseante nocturno

www.el-paseante-nocturno.webnode.es

Entrevistas a mi persona:

https://cscoia.es/2012/05/entrevista-al-escritor-tremendista-sergio-farras/

Página web personal y profesional

https://sergiofarras.webnode.es/

Europa Televisión (colaboración puntual 2011)

https://www.youtube.com/watch?v=1r8RU_zzatc

 

  Entrevista al polifacético artista Pedro Ruíz

https://escritortremendista.blogspot.com.es/2013/10/sergio-farras-entrevista-pedro-ruiz.html

Autor del prólogo de la novela del escritor chileno René de la Barra

https://books.google.es/books?id=njyaUW7L5HoC&pg=PA11&lpg=PA11&dq=sergio+farras&source=bl&ots=mU0e1FKF_P&sig=oUmf21wIsIo2KAP0N3dS5fWlZaE&hl=es&sa=X&ei=0wjGVPzdCszzUpPIg7gH&ved=0CDsQ6AEwBTgU#v=onepage&q=sergio%20farras&f=false

 

OTRAS COLABORACIONES MÁS PUNTUALES

  • Diario financiero. (Madrid)
  • La Carta de la Bolsa (Madrid)
  • ONCE
  • Centro Social Coia, Galicia. Guía de Viajes

 

 

 

FUTURAS PUBLICACIONES

Continuar una segunda parte de Los hijos de la Transición”, como si fuese una trilogía. La próxima entrega sería la que transcurriría en la época de los años 80, del mismo personaje pero ya en plena adolescencia.  Repasando y recordando los momentos de esa parte de la juventud que marca como a fuego. De los movimientos socioculturales que surgieron, de las tribus urbanas de aquella época, de los looks y formas de vestir, de la entrada en el Gobierno del PSOE, de los primeros amores y desamores, de las primeras maneras de buscarse la vida en aquél entorno tan hostil y duro de barrio. Todo ello desde un prisma de un adolescente que sigue viviendo y creciendo en el Barrio Chino barcelonés, con sus problemas y con sus experiencias. (Continuum de esta primera)

 

A su atención quedo.

 

Sergio Farras, escritor tremendista

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